Todos aquellos que hayan hecho un deporte a un nivel considerable, habrán tenido que ir a una competición. En la natación no es diferente, llegas a la piscina, calientas, esperas hasta que se empiece a nadar tu prueba, vas a la cámara de salida, te da una ficha, vas al poyete, esperas a la salida, nada y has terminado. Pero todo este proceso tiene mucho más fondo de lo que parece.
¿Quien no se ha puesto nervioso alguna vez cuando ha tenido un examen? Pues esto es lo mismo. Sabes que has estado entrenando toda la temporada y que lo puedes hacer muy bien, pero siempre está la duda de que algo pueda salir mal.
Te subes a ese poyete y esperas a que el juez de la salida. Y cuando te tiras, ya no hay miedos. Ahora todo depende de los entrenos y de la confianzas que tengas en ti mismo. El resultado puede ser bueno o malo.
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